Esplendorosa Amiga,
tú que cada noche
irradias de entusiasmo y esperanza
mi triste soledad;
tú que cada noche
llenas de vida
todo cuanto rodea mi balcón;
mientras no me abandones,
la energía de este amor
jamás se acabará.
Esplendorosa Amiga,
que con tu fulgente luz
cicatrizas las heridas de mi pasado;
que con tu fulgorosa luz
llenas de resplandor
las sombras de mi soledad;
si ella te está contemplando
exprésale cuanto la amo y extraño;
si ella te está observando
exprésale cómo mis ojos lloran por verla,
mis brazos por estrecharla y mis labios por besarla;
si ella está durmiendo
aclara sus sueños
y guíalos hacia mí.
Esplendorosa Amiga,
tú que eres testigo de mi dolor
si sabes donde está
acaríciala con mi amor;
tú que eres testigo de mi aflicción
si sabes por donde va
ilumínala con tu luz.
Esplendorosa Amiga,
tú que todas las noches
cobijabas y envolvías
en tu fúlgido manto
nuestros cuerpos llenos de pasión,
pregúntale
si ha muerto en su alma mi recuerdo;
de ser así
no me dejes sumergido
en la oscuridad de mis penas;
alumbra mi destino
hasta que pueda llenar este vacío
y aliviar este dolor.
Bendita seas Amiga Luna,
y bendito sean los luceros resplandecientes
que te cortejan todas las noches.
“Si alguna vez lloráis por mí,
recuerda que seré aquella lágrima que
nacerá en tus ojos, navegará por tus mejillas y
naufragará en el néctar de tus labios”
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